El mercado inmobiliario está a punto de dar un giro: los jóvenes van a pasarse del alquiler a la compra en masa.

El último informe de la inmobiliaria Forcadell lo deja claro. En Cataluña, va a dispararse el número de viviendas compradas por menores de 40 años. ¿De dónde sacan el dinero? De sus padres. El informe lo dice sin rodeos: el próximo año veremos la mayor transferencia de capital de padres a hijos de la historia del país.

El economista Gonzalo Bernardos, que participó en la presentación del informe como profesor de la Universidad de Barcelona, lo confirma. La demanda ya no viene de las clases altas o medias. Ahora son los jóvenes de clase media baja los que quieren comprar.

Pese a las dificultades, los jóvenes están apostando cada vez más por la compra. La razón es sencilla: el alquiler está tan caro que la cuota de una hipoteca suele salir más baja. Paloma Taltavull, catedrática de Economía Aplicada en la Universidad de Alicante, lo resume bien: aunque todavía no hay estadísticas oficiales, cada vez más jóvenes se lanzan a comprar porque les sale a cuenta.

Antonio Pérez de la Torre, director general de Alfa Inmobiliaria, también reconoce que los jóvenes, tanto españoles como extranjeros que se establecen en España, son ya una parte importante de la demanda actual. Eso sí, para muchos de clase media baja, comprar sigue siendo complicado. Aunque los bancos han mejorado las condiciones, el principal obstáculo es el dinero para la entrada: los bancos solo ponen el 70% del valor del piso, el resto tiene que salir del bolsillo, de los padres o de donde se pueda.

¿Y cómo logran comprar los jóvenes en Cataluña? Ahora es más fácil si solo piden una hipoteca por debajo del 80% del valor de la vivienda. Paloma Taltavull lo dice claro: lo que cuenta es la capacidad de pago y conseguir ese extra de financiación, ya sea familiar o de otro lado. Así, la cuota mensual queda más baja y es más fácil que el banco diga que sí.

En Alfa Inmobiliaria explican que los jóvenes compran sobre todo con hipotecas, que ahora tienen intereses en torno al 2%. Mucho mejor que hace años. Pero la clave sigue siendo la ayuda de los padres, tanto para el dinero de la entrada como para avalar el préstamo.

En resumen, los padres son el motor de este cambio. Sin su apoyo, la mayoría de jóvenes no podría lanzarse a comprar piso. Ellos ponen el dinero para la entrada o firman como avalistas, y eso abre puertas que antes estaban cerradas.

 Además, los bancos están más dispuestos a prestar en 2025. Los intereses bajos y la competencia entre bancos hacen que concedan más hipotecas, incluso a quienes antes rechazaban. Esta mezcla de ayuda familiar y mejores condiciones bancarias ha puesto en marcha el mercado de la vivienda para los jóvenes.

Pero ojo, desde 2025 Hacienda vigila mucho más las transferencias y préstamos entre padres e hijos. Antonio Pérez de la Torre advierte que ahora hay que formalizar todo: firmar contratos de préstamo, declararlos con el Modelo 600, y demostrar las transferencias con movimientos bancarios claros. Si no, Hacienda lo puede considerar una donación, con sus impuestos y posibles sanciones. Esto complica un poco más las cosas para las familias que quieren ayudar, pero no está parando el movimiento. 

Paloma Taltavull lo dice claro: comprar una casa no es fácil, sobre todo para los jóvenes. Hace falta ahorrar bastante o contar con inversiones previas, y casi siempre se necesita la ayuda de la familia o algún tipo de apoyo público para poder dar la entrada. “El alquiler sería una buena opción para quienes están comenzando a formar un hogar, si hubiera suficientes viviendas”, apunta. El verdadero problema es que tanto en el mercado de alquiler como en el de compra hay muy poca oferta, y menos aún si buscamos viviendas enormes. Así, conseguir una vivienda se vuelve todo un reto. Por eso, para la gente con menos ingresos, el alquiler suele ser el camino más realista. Según Taltavull, la vivienda pública en alquiler es esencial en la política de vivienda si de verdad queremos ayudar a estos hogares.